lunes, 17 de agosto de 2015

La casa, nuestros discos

Es extraño, realmente. El bloqueo del que escribe, la falta de voluntad cuando te levantás.
El café que preparás por inercia, el libro que no leés y que junta polvo en la mesa de luz.
¿Qué es lo que pasa que de repente parece ser que te llevaste a más de mil kilómetros mi energía? Será quizás que yo la dejé ir, esperando que volviera a mí como quien no espera ese hecho trascendental.

Tal vez sea que mi mente no reacciona, que la ilusión no muere porque le permito hacer nido en mi cabeza, en mi cama. Puede ser que desde el otro lado lo sepas, y que te alimentes de eso, que te levantes mejor en pos de ello pero sin hacer nada. Distante, solemne.

Fantaseo que todo ha sido una mentira y que realmente lo que pasó fue que se congeló el tiempo tres años atrás. Me pregunto si la impronta que dejaste sobre mí desaparecerá, si el poder sobre mi persona te lo di, o me lo quitaste, o te lo ganaste.

Sólo sé que así ya no se puede.
Al menos hoy, al menos yo.




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